miércoles, 26 de marzo de 2014

Sentido común



     En la época en la que aprendí a valorar a las personas por su capacidad para ser buena gente, cuando se cogía un tren y se cambiaba de país en un plis, o en el momento que tuve la obligación de hacer familia entre extraños.
Creo que fue un punto en que la vida me dio demasiadas lecciones para tan poco rato.

Me esperaste y yo no supe estar contigo. De eso también se aprende.
Y de las casi-desconocidas que van a despedirte a un aeropuerto con un poco de bizcocho y un trozo de chocolate, para que te cuides, y tú que no sabias ni que querían cuidarte. Y que haya alguien esperando a la vuelta cuando no esperabas a nadie.

O enseñar a "cocinar" a alguien inteligente, que sabe de todo menos de cosas básicas como hervir un huevo... y recibir 4 llamadas telefónicas en lo que duran los 15 minutos del proceso.
-"Nena, ¡el huevo ha explotado!!" (alteración!!)
-"No pasa nada, no pasa nada".(casi me meo...).

E intentar usar el sentido común, que es el menos común de los sentidos.
E intentar dilucidar si las escuchas con micrófonos eran o no reales.

Y que pasen tantos años y que aún me acuerde que nunca se debe coger el segundo vagón del tranvía de noche, que siempre se debe cruzar por el paso de cebra en las calles y, sobre todo, sobre todo de que las resacas de vodka malo son mortales.


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