viernes, 28 de febrero de 2014

Dos mil tres


     Y sé que me quisiste desde el primer momento...pero tal vez yo tardé un poco más.

Y hubo una vez que quedamos en un aeropuerto.
Seguramente la única locura que he hecho en mi vida. La única.

Y hubo otra vez que nos despedimos en la línea invisible de un control policial.
A través del cristal las fronteras me dieron un guantazo que no creo que olvide jamás.
Y es que, ¿qué era una frontera? Apenas nada. Una frontera no era nada siempre y cuando uno tuviera un pasaporte europeo.

No fue fácil. Y sólo tú sabes, y sólo yo sé, y sólo nosotros sabemos.
Y sólo los aeropuertos, y las terminales y los besos de último minuto saben.

Y decir adiós, nunca hasta pronto, porque uno nunca sabía si iba a ser más pronto o más tarde.
Y sentir que la vida era una película de esas cutres de romances.

Y no fue fácil, y no fue rápido, y no fue sencillo, pero FUE.

Y tenemos una historia. Y ya no hay más lindes, ni más límites.
Ni divisiones, ni confines. Ni territorios, ni términos.
Ni estrías del planeta, ni aduanas, ni márgenes.

Ni ninguna de todas esas dolorosas palabras que parten.


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